Luis Antonio: “Los niños me dan todo”
Dice Luis Antonio, maestro jubilado, que el día más feliz de su vida fue cuando se inscribió en la escuela de magisterio a mediados de los setenta. Rondaba los treinta y, por aquel entonces, ya llevaba años trabajando como administrativo. Su sueldo era necesario en la economía familiar pero él no estaba dispuesto a que la edad ni tampoco la necesidad le impidieran cumplir su sueño: convertirse en maestro. Así que durante años compaginó esas largas jornadas de trabajo en la oficina con las clases que recibía por las noches. Acudir a esa escuela era su momento preferido del día, porque aquellas lecciones le acercaban un poco más a conseguir la ilusión de su vida. Y, por supuesto, Luis Antonio lo consiguió.