Luis Antonio: “Los niños me dan todo”
Dice Luis Antonio, maestro jubilado, que el día más feliz de su vida fue cuando se inscribió en la escuela de magisterio a mediados de los setenta. Rondaba los treinta y, por aquel entonces, ya llevaba años trabajando como administrativo. Su sueldo era necesario en la economía familiar pero él no estaba dispuesto a que la edad ni tampoco la necesidad le impidieran cumplir su sueño: convertirse en maestro.
Así que durante años compaginó esas largas jornadas de trabajo en la oficina con las clases que recibía por las noches. Acudir a esa escuela era su momento preferido del día, porque aquellas lecciones le acercaban un poco más a conseguir la ilusión de su vida. Y, por supuesto, Luis Antonio lo consiguió.
Primero ejerció como tutor en Madrid hasta que le ofrecieron la posibilidad de venir a Ciempozuelos para cubrir una vacante de especialista en Logopedia y Lenguaje. Él no lo dudó: un día se montó en un tren… y ya se quedó aquí: “Ciempozuelos me ha dado mucho. En Ciempozuelos he sido infinitamente feliz trabajando con los niños que tenían problemas de lenguaje. He sido muy feliz”. Tras una temporada moviéndose por un colegio y por otro, finalmente consiguió una plaza fija en el Ventura Rodríguez. Y fue ahí, en el colegio más antiguo del pueblo, donde se jubiló en 2011.
Sin embargo, a sus 76 años, no hay nada que le impida continuar viviendo aquel sueño que le acompaña desde pequeño. Desde que iba con su abuelo a pescar al río Manzanares. Porque Luis Antonio, que lleva 13 años jubilado, se organiza para seguir viniendo (aún en tren) al Ventura algunos días a la semana para cuidar de sus pájaros, de sus peces… y de nuestros hijos.
Y lo hace con mismo impulso que le llevó aquel día de aquellos años setenta a matricularse en esa escuela nocturna de magisterio: la vocación. Porque para Luis Antonio eso, la vocación, es la cualidad más necesaria que se ha de tener para ser un gran maestro. “Si se es maestro de vocación”, dice, “todo va a ir bien”.
A él le ha ido tan bien que personifica ese ideal de maestro que todos querríamos tener. Y en Ciempozuelos seguimos teniendo la suerte de que, tras 46 años, él sigue enseñando con la misma dedicación y pasión que al principio.
Y ahora estarán pensando que pocas historias mejores que la suya habrán con las que conmemorar el 27 de noviembre, Día del Maestro. Pero en realidad la de Luis Antonio no es la historia de un Día, sino la historia de la Vida de un Maestro.
Por ello, tanto la alcaldesa, Raquel Jimeno, como la concejala de Educación, Rosa Revuelta, le han agradecido personalmente, y en nombre de todas las vecinas y vecinos, todo lo que ha hecho por nuestro pueblo. Un “homenaje” que él acepta un poco retraído y con cierta timidez, como si de alguna manera no terminara de entender del todo el porqué. Porque al final, dice Luis Alberto, él lo único que ha hecho es disfrutar intensamente del sueño que la vida, finalmente, le permitió vivir. Y es eso, ser maestro, lo que día tras día le sigue dando el mejor regalo: “el ver reflejado en la cara de los niños que están contentos y son felices”.
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