En lo relativo a actividades económicas, la agricultura continúa desempeñando un papel fundamental. La propiedad de las tierras estaba bastante repartida y en las 1.484 ha. de regadío -superficie similar a la existente a finales del siglo XIX-, aparte de los productos tradicionales, encontramos otros como el maíz, los espárragos o la remolacha, que se destina íntegramente a la fábrica de azúcar de La Poveda; además, a principios de los 50, se inició una campaña para incrementar la producción de fruta. El Diccionario Geográfico menciona las consabidas cabañas ganaderas y cinco granjas avícolas, mientras que, en el capítulo destinado a minería, destacan las antiquísimas Salinas de Espartinas: dos largas galerías, llamadas Mina Grande y Mina Chica, penetraban en la formación yesosa de la montaña y mediante toscos canales de madera, tal y como se hacía en el pasado, el agua era conducida a las doce balsas de evaporación, obteniéndose unos 30 o 40 vagones de sal común y 15 de sulfato sódico, datos éstos proporcionados por la “Geografía Médica de Ciempozuelos”.

También se explotaban unas canteras de arena y grava en la ribera del Jarama, junto a la carretera de Titulcia, así como otras de yeso, a unos 800 m. al sur del pueblo, razón por la cual funcionaba una pequeña fábrica de este material con un horno y un molino accionados por motor eléctrico (el Diccionario Geográfico, cuatro años después, habla ya de dos fábricas). El resto de establecimientos industriales lo formaban una tenería para el curtido de pieles, varios molinos de aceite y harina, una fábrica de hielo llamada “El Polo Norte”, otras de vinos, aguardientes y alcoholes, dos de gaseosas, una de quesos -al sur del casco urbano-, una de losetas y tubos de cemento -Fábrega-, otra de tejas y ladrillo, y para finalizar, las dos de mayor entidad: COCSA, que fabricaba piensos compuestos y está situada frente a la estación ferrocarril, y la desaparecida “Sociedad Anónima Maltería de Nuestra Señora de los Ángeles”, en la calle Doctor Rivas, cuya producción (60.000 kg. diarios de malta) se enviaba a Madrid a la fábrica de cervezas “El Águila” y a la de dietéticas infantiles “Max”. En ella trabajaban además del equipo directivo y el personal administrativo, 45 obreros, y disponía de talleres propios de carpintería y mecánica para reparar la maquinaria en uso.

Este tímido proceso industrializador iniciado en Ciempozuelos en los años 50 va a tener continuación en las décadas siguientes, gracias a su favorable situación geográfica y a las buenas comunicaciones con la capital. Hasta finales de los años 70 surgirán nuevos asentamientos en las proximidades del casco urbano -frente a la colonia de San Benito se instaló la fábrica de pan Pancisa, y al NO, apoyado por la carretera M-404, encontramos el polígono industrial “Los Huertecillos”, sede de la ya citada Fábrega y de la granja Dos Torres, que tras ser vendida fabricó bolsos-, mientras que junto a la carretera de Andalucía, a lo largo de los dos kilómetros escasos que discurren por el término, se construyen una fábrica de yesos y escayolas, una granja de cerdos, almacenes de tejidos, etc…

Paralelamente se produce, como es lógico, un nuevo crecimiento del caserío, que tendrá en el sector oeste -barrio de Belén- su mejor exponente, aunque también encontramos otros ejemplos al norte, como las viviendas unifamiliares del barrio de la Soledad (nueve de ellas se reservarán para maestros) o la colonia de San Benito (para los trabajadores de Fábrega). Es la época del suelo barato, el despegue de las viviendas en bloque y la continua aparición de promociones como Covalsa, Muro S.A., Burgos, Residencial Nilo, Ontasa, etc…, aunque al mismo tiempo subsisten tipologías propias del pasado: a principios de los 80 todavía se contabilizaban más de 70 cuevas.

Todo ello ha hecho de Ciempozuelos uno más de los municipios que componen el cinturón industrial del sur de Madrid, a la vez que una ciudad-dormitorio que se beneficia de su cercanía a la capital y ha visto cómo su población seguía aumentando durante los últimos años.