La vega del Jarama proporcionaba los recursos económicos habituales y, pese a que las últimas décadas del siglo XIX son de poca actividad en las obras del canal, en 1910 se acometerá por fin su prolongación a partir del entronque con la acequia de la Media Luna y siguiendo el trazado original que se había abandonado en el pasado. En años sucesivos se van completando distintos tramos, a la vez que se procede a la reparación y revestimiento de los ya existentes -para salvar el paso en la zona de sumideros hubo que construir finalmente un acueducto formado por secciones de hormigón en U-, con objeto de llevar el riego hasta tierras toledanas, tal y como preveía el proyecto primitivo. De las edificaciones antiguas todavía se conservan en el término de Ciempozuelos algunas casas de guardas -con sus muros encalados y refuerzos de ladrillo en esquinas y huecos-, así como tramos de la propia acequia donde la fábrica de ladrillo vista se ve interrumpida, aproximadamente cada 20 metros, por cadenas de mampostería.

Durante la Guerra Civil Ciempozuelos permanece bajo dominio republicano hasta que el 6 de febrero de 1937, en plena batalla del Jarama, cae en manos del ejército nacional. Los combates se sucedieron en la zona hasta el día 25 -el cercano cerro del Pingarrón, que dominaba la carretera de San Martín de la Vega a Morata de Tajuña, fue uno de los objetivos más codiciados- y como al finalizar la batalla ninguno de los dos bandos había logrado sus objetivos, el pueblo permaneció prácticamente en línea de fuego hasta el fin de la guerra. Además de las pérdidas humanas, las materiales también fueron cuantiosas: edificios como la iglesia parroquial o el convento de Clarisas sufrieron importantes daños y el censo de 1940 -5.300 habitantes- refleja un ligero descenso en la población respecto a años pasados. Pero esta situación fue transitoria ya que las décadas siguientes van a suponer una época de importante desarrollo económico y urbano, con un crecimiento generalizado hasta mediados de los años 60. Hacia el norte el caserío se extendió por ejes ya consolidados en el pasado -calles Jerónimo del Moral y Amargura (hoy Santa Clara)- o teniendo como límite nuevos viarios -calle Colegiata- que definían un perímetro urbano anguloso e irregular. Por el oeste, sin embargo, encontramos algunas actuaciones planificadas en la posguerra, como el grupo de 50 viviendas unifamiliares José Antonio, que dieron lugar a un borde bien delimitado en dirección norte-sur: la calle de las Estrellas. Para finalizar, en el sur el crecimiento se materializó a espaldas de las cuevas del Prado, con manzanas muy alargadas y de poco fondo que llegan a las calles Palomero, Amapola o Margarita, a la vez que se colmataba el destartalado entramado urbano -calles del Dr. Andrajo, Pintor, San Pedro…- situado junto al hospital femenino. Este desarrollo más o menos anular se veía frenado en el sector oriental por la presencia del hospital masculino, las huertas situadas al sur de éste y, por supuesto, la vía férrea.

Todo el crecimiento urbano descrito anteriormente tiene su reflejo, como es lógico, en el censo de población que nos proporciona el Diccionario Geográfico de España: 9.003 habitantes en septiembre de 1958, entre los que se incluyen nada menos que 3.713 personas recluidas en los manicomios y en el asilo de Oblatas. La misma fuente reseña que, en compacto, había 651 edificios destinados a vivienda, 48 a otros usos y 313 chozos, detectándose importantes mejoras desde 1940: las calles estaban pavimentadas y con red de alcantarillado, había sido ampliado el alumbrado público y se habían construido algunas viviendas protegidas así como un grupo escolar (el existente en el Parque del Pilar, junto a la iglesia). Aceña y Muro, autores de la “Geografía Médica de Ciempozuelos” publicada en 1953, nos proporcionan más datos al respecto: la citada escuela -había otras cinco más- se estaba levantando en esas fechas en el mismo lugar que antes ocuparon el lavadero y el abrevadero municipales, por lo que éste había sido sustituido por uno nuevo (no así el lavadero).

El abastecimiento de aguas se efectuaba desde Griñón -a partir de 1926- y Valdemoro, y en el pueblo se contabilizaban hasta cinco fuentes de las que se surtían sus habitantes, puesto que sólo un reducido número de casas contaba con agua corriente. Por lo general en casi todas las viviendas había pozos de aguas salitrosas, sólo empleadas en los trabajos domésticos, y los ya conocidos manantiales de Buzanca seguían proporcionando el líquido elemento a los servicios sanitarios del manicomio masculino.

La misma “Geografía Médica” cita como construcciones importantes, además de las ya conocidas, el Ayuntamiento con su torre del reloj, dos cinematógrafos habilitados como salas de fiestas, la Casa-Cuartel de la Guardia Civil, el edificio de Correos y Telégrafos, y el de Teléfonos. De la vieja clínica-hospital de Nuestra Señora de la Concepción se nos dice que pertenecía a la Diputación Provincial, resultando ya insuficiente para Ciempozuelos, que necesitaba por esas fechas un hospital más amplio y con servicios más completos.